Se acerca marzo, y
nos trae la celebración de un rito ancestral, solo conservado por algunos
pueblos, y como no podía ser de otra manera, Villalmanzo es uno de ellos: EL
CANTO DE LAS MARZAS. Se cantan la última noche de febrero, justo a las 12,00 h,
cuando comienza marzo.
Es una celebración
pagana, una de las pocas que no fueron adoptadas por el cristianismo (aunque encontremos alusiones a santos o ángeles, el cristianismo no la adoptó como tal, solo son pequeños aculturamientos en la letra). Son un
canto al resurgir de la vida tras el invierno, a la naturaleza y a la mujer como
engendradora de vida. Se han transmitido de forma oral, de generación en
generación durante siglos. Algunos autores las hacen proceder de la
civilización romana y de los pobladores anteriores. Caro Baroja nos dice: “los
mozos son los descendientes de los que en otra época salieron con motivo del
comienzo del año o “Kalendae Martiae” cantando las llamadas “martiae”, que
anunciaban la venida del primer mes del año dedicado a un dios de la
agricultura”. De manera que esta celebración calaría en los antiguos pobladores de Castilla: Bárdulos,
Vacceos, autrigones… que seguramente las adaptaron a antiguas ceremonias
paganas de fertilización de la madre tierra, que ellos ya celebraban. Por ello,
se extiende exclusivamente por los territorios de la antigua Bardulia (el
término Castilla lo encontramos por 1ª vez en un documento por el que el abad
Vitulo donaba unos terrenos, fechado el 15 de septiembre del 800 “…Bardulia
quae nunc vocatur Castella…”, Bardulia que desde ahora llamaremos Castilla). Así,
el rito se ha mantenido solo en algunos puntos del País Vasco, en las
provincias de Santander, Palencia y Burgos. En cada zona hay algunas variables
(sobre todo en la provincia de Santander), pero son muy parecidas en el contenido,
la melodía y las estrofas.
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