TRADICIONES

LAS COFRADÍAS

Fueron asociaciones fundadas en la Edad Media. Las podríamos definir como asociaciones laicas, nacidas en el seno de la Iglesia (como no podía ser de otra manera en esos tiempos) e integradas plenamente en las estructuras sociales y económicas del momento. Se desarrollaron y propagaron durante la Edad Moderna, alcanzaron su mayor desarrollo y expansión en el siglo XVIII y prácticamente se extinguieron, con las desamortizaciones.
Podemos distinguir dos tipos de cofradías: las gremiales, con un marcado carácter laboral y las devocionales, con carácter religioso. Estas últimas son las que más proliferan en nuestros pueblos. Pero ambas tienen puntos comunes, tanto en su estructura como en algunos de sus fines y en el carácter social y festivo que las impregnaba.
En las cofradías devocionales, la espiritualidad y las creencias de la época, quedan patentes desde el momento de su fundación, siempre bajo la advocación de la Virgen, a Cristo o a un Santo, para atraer su protección. Pero también cubrían otras facetas importantes en la vida de los individuos, las de la enfermedad y la muerte. La gente sencilla, y sobre todo los pobres, encuentran en la Cofradía el modo de asegurarse un entierro digno y la intercesión desde este mundo para la remisión de las penas del purgatorio, que de otro modo no podrían costear. Además en los momentos de enfermedad grave, los cofrades hacían turnos para cuidar al hermano enfermo, lo que sobre todo en casos de pobreza, vejez o soledad aseguraba la asistencia. En todas ellas aparece la obligación de acompañar al hermano cofrade en el último momento, enterrarle y rezar por su alma.
En cuanto a la parte social, destacan dos campos fundamentales: uno de carácter benéfico-social y otro socializante.
El papel desempeñado por las Cofradías desde sus comienzos, fue fundamental para la sociedad, fueron el cauce ideal para cubrir una serie de necesidades básicas, provocadas por la pobreza, las guerras, las plagas… y que el Estado era incapaz de cubrir. Desde luego la protección era en primer lugar para el cofrade, pero también tenían un papel caritativo con los pordioseros, niños expósitos…
Para sostener la institución y poder cumplir sus fines, la Cofradía debía de contar con unos medios de financiación. Éstos fueron varios: por un lado, las cuotas de los socios, las limosnas, las penas o multas y las donaciones; por otro, una serie de propiedades que, en mayor o menor medida, todas tenían, bien como prenda fundacional, bien adquiridas por donación o bien por compra. Principalmente, estas propiedades eran tierras de cultivo y ganadería, aunque también hay colmenas, solares…
En cuanto a la parte socializante, su papel fue también importante. En un mundo en el que las distracciones eran pocas y el trabajo mucho y duro, la Cofradía proporcionaba formas de diversión: Dos o tres veces al año se reunían para celebrar almuerzos o cenas en las que la comida y el vino llenaba las mesas, además algunas celebraban bailes, juegos y, las pudientes, hasta corridas de toros. Sin olvidarnos de las romerías, procesiones… que eran fuentes festivas y motivos de reunión vecinal, que hacían olvidar la monotonía del día a día.
Por otro lado, estaba el prestigio social, el desempeñar los altos cargos de la Cofradía, era para muchos, la única posibilidad de destacar socialmente.
Durante el siglo XX, sobre todo en el ámbito rural, algunas de estas instituciones pervivieron gracias a grupos de gentes que creían en la tradición y en su conservación. Ya no tenían la gran dimensión social que las había caracterizado, pero supieron mantener y respetar aquel legado de sus mayores, transmitido de padres a hijos durante siglos.
Villalmanzo es una de estas poblaciones que han sabido mantener viva la tradición cofrade. Si bien es cierto que algunas de las nueve cofradías que existieron en su término han desaparecido, aún quedan tres, mantenidas con todo mimo por sus cofrades: Cofradía del Santísimo Sacramento o del Señor, Cofradía del Rosario y Cofradía de la Vera Cruz.

Por el camino quedaron: la Cofradía de San Cristóbal, la de la Resurrección, la de Nuestra Señora de la Concepción, la de San Sebastián, la del Dulce Nombre de Jesús y la de las Benditas Ánimas.


COFRADÍA DEL NOMBRE DE JESÚS

Su fundación nos es desconocida, aunque su Libro de Cuentas arranca en 1676. Lo que sí podemos asegurar es que es anterior a esta fecha pues encontramos insistentes mandatos de los visitadores generales en los Libros de Fábrica de la Iglesia apercibiéndola para que compren este libro de cuentas. A la vez, les recuerdan la obligación de escribir las reglas de gobierno de la Cofradía. Todavía en 1747, el visitador D. Felipe Salazar Angulo, Abad y Juez ordinario de la Santa Insigne Colegial de la villa de Lerma, advierte a los hermanos cofrades que, si en el término de quince días, no llevan ante el tribunal la regla de gobierno para su aprobación, tendrán como pena, suprimir la Cofradía y entregar sus bienes al hospital. No sabemos si se llegaron a plasmar en papel, si se aprobaron o no, pero no la hemos encontrado.
De sus normas y costumbres nos han llegado escasos datos pero son estos:
Los nombramientos los hacían el día 1 de enero: en el registro de 1777 hemos encontrado que, en ese acto, entregaban un arca y llave, 31 hachas de cera blanca (tal vez ese fuera el número de cofrades para esa fecha), 2 bujías de altar y 4 velas también para el altar. El Abad les ordenaba registrar los nombramientos en su libro pero, a pesar de ello, casi nunca lo hacían, por lo que los oficiales llegaban a pagar hasta dos ducados de multa.
El día de año nuevo, también, daban la colación a los hermanos cofrades y le ponían la rosquilla al Niño Jesús por ser el día de la Circuncisión.
Las cuotas de entrada y salida de la Cofradía estaban estipuladas en cuatro reales y medio.
En lo que se refiere a los bienes que poseían, por las desamortizaciones sabemos que, al menos, tenían tres majuelos; y, por el Libro de Cuentas de Censos y Memorias de la parroquia, sabemos de una viña en el término de la Poza, que procedía de una memoria -las Cofradías solían ser propietarias de censos, cuyos réditos eran ingresos seguros, y que solían estar gravados con memorias de misas en sufragio de las almas de los fundadores- También sabemos que en 1799 poseían un rebaño: tenían 34 cabezas de ganado con su propio pastor. En 1782 hay registrada una compra de 7 ovejas y 6 corderos; sin embargo, en 1783 sólo tienen 3 ovejas, un carnero y dos corderas, pero no hemos podido saber a qué se debió esta merma.
En la sacristía de la iglesia se conserva un Niño Jesús que seguramente se procesionaba por esta Cofradía.

COFRADÍA DE LAS BENDITAS ÁNIMAS

Fue fundada en 1758, por iniciativa individual de Doña Francisca Millán García, vecina de Villalmanzo. No nos ha llegado ningún Libro de Cuentas, pero afortunadamente, sí se conserva el Libro de Ordenanzas.
En cuanto a sus propiedades, sabemos por las desamortizaciones que tenía varias propiedades nada despreciables, de hecho salieron en dos lotes. En tierras, unas 50 fanegas y 12 celemines de sembradura y por lo menos 2 majuelos de 2.600 cepas. Ambos lotes fueron vendidos.


Con la desamortización la Cofradía desapareció, pero en la iglesia aún se conserva el retablo al que estuvo vinculada.


COFRADÍA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
COFRADÍA DEL SANTÍSIMO O DEL SEÑOR

Es una de las tres Cofradías que se mantiene viva en Villalmanzo. Según consta en el último libro de cuentas, que da principio el año de 1894, la Cofradía se estableció en 1800, sin embargo en los Libros de Fábrica de la Iglesia ya se la cita en 1612: “Primeramente se le descarga (se refiere al mayordomo de la fábrica de la Iglesia) de 4000 maravedís que ha dado y pagado a Pedro del Pozo mayordomo de la Cofradía del Santísimo Sacramento, eran de los años pasados que no se han pagado que son para alumbrar en la lámpara de aceite…” Dada la fecha y su referencia a años pasados, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que su fundación data, cuando menos, del siglo XVI.
Otro de los libros de cuentas de esta Cofradía, comprende de 1857 a 1894. Comienza el 19 de junio de 1857 con los nombramientos de los cargos para ese año. El 30 de junio se hace el traspaso a los nuevos cargos. Se entregó: cera, 30 hachones (tres sin estrenar); un cabo corto, para encender las velas; 39 arandelas; la insignia del Santísimo y el arca con su cerradura. Los nombramientos se efectuaron el día de la Octava del Santísimo Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo.
Sus ingresos procedían de las cuotas de los socios, de las penas o multas en que incurrían éstos y del producto de las viñas, pero no especifica, cuáles ni cuantas son. Sin embargo, sabemos por los expedientes de desamortización: que un lote, formado por una tierra y un majuelo (en total una fanega y 10 celemines), salieron a subasta el 2 de octubre de 1866. Se remató a favor de D. Hermenegildo González, domiciliado en Burgos, en la cantidad de 410 escudos.
Sus Ordenanzas o Reglamento se reformaron en el año 1894. Actualmente algunos Cofrades nos comentan, que se sigue fielmente la tradición, aunque algunas cosas han cambiado con los tiempos, como lo referente a las multas, que hoy en día ya no existen o también, que desde el 16 de junio del 2007, día de la Octava, se acordó, por votación de todos los Cofrades, que a partir de ese momento, se pudieran incorporar a la Cofradía, tanto mujeres como hombres, aunque no sean parentesco de la misma, o sea familiares de los Cofrades anteriores y presentes.

LA COFRADÍA DEL ROSARIO

Libro de la Cofradía del Rosario
Es otra de las Cofradías que sigue viva en Villalmanzo. El primer libro de cuentas que se conserva de ella data de 1666, sin embargo, también es anterior, pues en el Libro de Fábrica de la Iglesia ya se la nombra en 1652 “… que se vendió a la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de este lugar un pedazo de tafetán en 50 reales”. No sabemos la fecha exacta de su fundación pero la devoción al rosario se generaliza en el siglo XV.
A través de su libro de cuentas, podemos estimar que poseía viñas y rebaños pues los ingresos proceden de la venta de vino, corderos y ovejas, pieles de animales y lana, aunque no podemos cuantificar el número de cabezas o majuelos que llegaron a tener.
Otros ingresos procedían de las cuotas de los Cofrades, las penas o multas y también de las limosnas.
La entrega de cuentas se hacía en octubre (el día del Rosario) al igual que los nombramientos, aunque éstos no figuran en el libro, sólo anotaciones del gasto de vino realizado en los nombramientos. Otros gastos eran los de las misas en la festividad de Nuestra Señora, por los difuntos… En el domingo de pascua la rosquilla de la Virgen (por ejemplo en 1689 costó 15 cuartos). Al igual que en el resto de Cofradías también figuran gastos por la colación a los Cofrades, que en este caso, se realizaba en el día de Nuestra Señora, por ejemplo en 1707 se gastaron 150 reales (en algunas visitas se manda a los Cofrades que se moderen con los gastos). En 1709 esta colación pasa a denominarse “refresco” o “reparto entre hermanos”. También tenían gastos extraordinarios como el de 1677 en que le compran un manto a la Virgen, entregan 100 reales y en 1679 siguen pagando el manto a la Virgen, 40 reales.

COFRADÍA DE LA VERA CRUZ

El libro de cuentas de la Cofradía más antiguo de que disponemos procede del período de 1625 a 1729. No hemos encontrado ordenanzas de esta época, las únicas que constan en el Archivo diocesano de Burgos datan de 1901. En el borrador que se hizo de ellas, consta una sabrosa introducción que puede dar un poco de luz a este hecho: “En la villa de Villalmanzo Diócesis y Provincia de Burgos a tres de mayo en este año de 1900 reunidos los hermanos que al final se dirán con el objeto de reformar la Cofradía de la Vera Cruz que desde el año 1894 había desaparecido por fallecer hermanos y queriendo dar público testimonio de amor y veneración al que dio su vida por nosotros en un ignominioso madero, medio único de conseguir el hombre la eterna salvación y para que Jesucristo Nuestro Señor por los méritos de su Sagrada Pasión y muerte tenga misericordia de nosotros, establecemos las siguientes reglas, las cuales prometemos solemnemente cumplir con la gracia de Dios.”
Cofradía de la Vera Cruz
 No se especifica la causa ni el número de hermanos fallecidos pero debieron de ser varios y seguramente los que ocupaban cargos de responsabilidad en ella, para que la Cofradía suspendiera sus funciones durante esos seis años. En cuanto a su momento fundacional, una vez más debemos atenernos a suposiciones, en este sentido encontramos que muchos autores datan a la mayoría de estas Cofradías, tipificadas como generales o de vecindad, del siglo XVI.
Los ingresos de la Cofradía venían dados por el producto de las viñas, por las cuotas de entrada y salida, que para estos años de 1625 a 1729 eran de cuatro reales y medio; por las penas o multas a los Cofrades y también se cobraba por llevar la insignia de la Cofradía el día de Jueves Santo, 5 reales. Consta también una anotación, el canastillo, que era la recaudación que sacaban en la misa de los domingos.

En el capítulo de gastos, aparte de la cera, misas, procesiones… destacan las dos colaciones anuales para los Cofrades, una en la Cruz de Mayo y la otra el día de Jueves Santo en que gastaban en vino, trigo e higos y que se hacía también colación entre los señores beneficiados y el predicador. En la Pascua le ponían la rosquilla a la Asunción que venía a costar unos 2 reales. Además hemos encontrado otra anotación para 1625, se le pagan 2 reales al maestro que toca las danzas, lo que nos indica que la música y el baile formaban parte de su cara festiva.


2.- LAS MOZAS DE LA VIRGEN:

Es una tradición muy arraigada en la provincia de Burgos, aunque también se da en otras zonas de Castilla, mejor dicho estuvo muy arraigada porque hoy son pocos los pueblos en los que subsiste, sobre todo fuera de Burgos, pero aún hay algún otro enclave en el que se mantiene, como por ejemplo: en San Esteban de Nogales en la provincia de León. En la zona de Burgos sin embargo, son varios los pueblos que la conservan o que la han mantenido hasta hace poco: Quintanilla la Mata, Peñaranda de Duero, Hacinas, Tordomar, Villamayor de los Montes, Zael, Avellanosa de Muñó, Castrovido, La Gallega, Huerta de Abajo… sin embargo es innegable que hoy día se está perdiendo.
Consistía en que durante toda la Cuaresma y la Semana Santa, un grupo de jóvenes, nombradas a tal efecto, salían en la mañana de los domingos a postular, recorriendo todas las casas del pueblo. Cuando los vecinos se lo pedían, cantaban canciones alusivas a cada domingo
Las mozas eran enviadas por la parroquia para recaudar dinero, dinero que se empleaba sobre todo en la compra de cera para alumbrar el “monumento”, lo cual suponía sufragar los gastos más importantes de la Semana Santa.
El monumento era un altar que se instalaba en un lugar preferente del templo (hasta nosotros han llegado autenticas joyas talladas en madera). En la liturgia de la Semana Santa, anterior al Concilio Vaticano II (1962), era un acto central el traslado del Santísimo Sacramento al monumento con toda solemnidad. Se producía tras la misa del Jueves Santo y permanecía allí durante la tarde y noche de ese día y la mañana del Viernes Santo. Durante ese tiempo se establecían turnos de vela que constantemente oraban ante el monumento.
Lo más característico del monumento eran los adornos florales y la iluminación. En cuanto a los adornos florales, solían ser las macetas y los floreros que se tenían en las casas, pero la iluminación la proporcionaban las velas. El gasto en cera durante la Semana Santa, en los largos actos litúrgicos, en el canto de los Oficios de Tinieblas, como se llamaba entonces al canto de los Oficios divinos y la vela que se realizaba ante el monumento, era enorme.
Por todo ello, los párrocos fueron los propulsores y difusores de la “Mozas de la Virgen” o “Mozas pedidoras” o “Las Tres Marías” como también se las denomina en algunos sitios, y normalmente los autores de las canciones que ellas entonaban.
No obstante, la función económica no era la única que cumplían las Mozas, también tenían una finalidad pedagógica religiosa. Hasta esa reforma litúrgica del Vaticano II las lecturas de las misas no cambiaban de un año para otro, como sucede ahora, según el ciclo litúrgico que toque. Entonces, la Epístola y el Evangelio de cada domingo, eran igual a las de igual domingo del año anterior y del siguiente. Las gentes no entendían el latín, pero sabían el evangelio que tocaba por el sermón del cura y por las canciones de las Mozas que tomaban el tema del evangelio del domingo correspondiente.
Los numerosos versos y coplillas que a lo largo de la Cuaresma, Semana Santa y Pascua de resurrección se cantaban, eran, en general, de una belleza muy expresiva y cada pueblo les daba su particular interpretación. Federico Olmeda, recopiló en su Cancionero “para pedir en cuaresma” algunas de estas canciones. Entre otras cosas dice: “Los romances populares y poesías que para este objeto tiene el pueblo depositadas en el archivo de su memoria son cierta y sencillamente conmovedoras y hermosas”.
Las principales responsables de llevar a cabo la vela ante el Santísimo Sacramento eran las Mozas, quienes cuidaban de que las velas permanecieran encendidas en el monumento, que la cera no cayese al suelo… El Viernes Santo por la tarde, una vez terminada la vela, las mozas repartían las velas sobrantes entre quienes les habían dado limosna durante la Cuaresma.
Existía la creencia de que las velas que habían estado alumbrando al Santísimo, si se encendían cuando había tormentas, eran un extraordinario remedio contra el granizo, los rayos… y tenían el poder de proteger a las personas, a los animales y a las cosechas.
Hasta aquí, hemos dado una visión general sobre esta tradición, es un resumen sacado de la Revista de Folklore de la Fundación Joaquín Díaz. Nº241-año 2001; pág. 21-29. Autor: Valdivielso Arce, Jaime L. (Caja España). La mayor fuente que he encontrado sobre el tema y donde los que estén interesados pueden ampliarlo.
Al igual que las canciones y las coplillas pueden variar según los pueblos también lo hace la indumentaria, el número que forma el grupo de mozas e incluso algunas de sus tareas. Nosotros nos vamos a centrar en las mozas de Villalmanzo.

LAS MOZAS DE VILLALMANZO

Las seis Mozas de Villalmanzo con su traje típico.
 Tradición que se conserva desde muy antiguo
Desconocemos el origen puntual de esta tradición pero si, como hemos visto a lo largo de estas líneas, está basada en la colocación del “monumento”, su existencia podría ir pareja a él y por lo tanto se remontaría a muy antiguo (en el primer libro de fábrica que se conserva en Villalmanzo, 1602-1658, ya se menciona la colocación del monumento). Sin embargo, no hemos encontrado ni una sola alusión a estas mozas, además no debemos olvidar que antaño la fábrica de la iglesia tenía posesiones y cobraba el impuesto del diezmo, eso por no hablar de las cofradías en cuyos libros a veces se encuentran anotaciones de trabajos para montar el monumento, y los gastos en cera para la Semana Santa bien podían extenderse a la iluminación de dicho monumento. Sin embargo con las desamortizaciones, esta clase de ingresos desaparecieron, por lo que es probable que esta tradición de las mozas surja en estos momentos, al igual que surgen otras asociaciones de carácter mariano normalmente promocionadas por los curas de las parroquias. En Villalmanzo también existió una de estas asociaciones, denominada: Apostolado de la Oración de la villa de Villalmanzo, cuyo libro de actas termina en 1924, sin embargo en él no se debían anotar todas las reuniones ni actos de la asociación (a penas contiene 4 hojas).
En Villalmanzo, las Mozas de la Virgen, son un grupo formado siempre por seis chicas del pueblo. Se puede formar parte de este grupo cuando se alcanza la mocedad y siempre que quede libre una plaza. Igualmente se deja de pertenecer a él cuando se contrae matrimonio. En los últimos años, también se puede dejar cuando una lo desea: pero para eso tiene que encontrar quien la sustituya.
Las Mozas comienzan su actividad el primer domingo de cuaresma. Antiguamente, comenzaban el jueves, después del miércoles de ceniza. Iban a pedir por todas las casas del pueblo portando un Cristo, vestido con sayas blancas y puntilla. Al llamar a la puerta decían: “Deo gratias” y la gente daba algo para alumbrar el monumento. Si los vecinos se lo solicitaban cantaban lo que pertenecía al domingo correspondiente.
En la actualidad las canciones se cantan “para todos” al final de la misa parroquial y luego se pasa pidiendo por las casas. Durante la colecta las Mozas más jóvenes, portan en sus manos el crucifijo. El objetivo de la colecta no ha cambiado, es el mismo que antaño, conseguir dinero para las velas y flores que adornaran el monumento.
Todas sus funciones están recogidas en varios cuadernos que se transmiten de generación en generación. Sus deberes son varios:
       El Domingo de Ramos: asisten a la bendición de los ramos y a misa cubiertas de “luto riguroso”. Luto que mantendrán hasta el Domingo de Pascua.
       El Jueves Santo: adornan el Monumento, preparan las velas, organizan los turnos de vela, asisten a los Oficios y velan el Monumento. También colocan a la Dolorosa en sus  andas, asisten a la Procesión de los Pasos, llevando, las cuatro más veteranas las andas de la Virgen.
       El Viernes Santo: se encargan de abrir la iglesia y de permanecer en vela hasta los Oficios de la tarde. Después y antes de los Pasos, reparten los restos de las velas que han iluminado el Monumento entre la gente que entregó su limosna.
       El Sábado Santo: preparan la tarta de la Virgen, forman un manto con rosquillas y emes (pastas con esta forma), sobre un armazón de paja de centeno, que más tarde sortearán entre los que compraron papeletas.
       La Pascua de Resurrección: es el día grande, no solo para los católicos, también para las Mozas, se quitan el luto y visten un hermoso traje:
o   Medias blancas con zapatos negros.
o   Cancán bajo falda azul y delantal negro.
o   Chambra o corpiño negro.
o   Sobre la chambra, pañuelo blanco en pico y sobre el pecho un crucifijo.
o   Pelo recogido y, por tocado, lucidos lazos de colores.
Son las protagonistas de la Procesión del Encuentro. En ella portan a la Virgen y avanzan cantando viejas coplillas que van describiendo e introduciendo al fiel en la alegría de la fiesta:
Cojamos cuatro doncellas
Estas andas con cuidado
Que va la Virgen María
En busca de su Hijo amado.
Un momento de la procesión del Encuentro y detalle de la tarta
……………………………
La Resurrección Triunfante
Se ha encontrado con María
Contemplemos, contemplemos
Por ser Pascua de alegría.
…………………………..
Quitad el manto a la Virgen
Y veremos su belleza
No es digno que esté de luto
Día de tan grande fiesta.
……………………………
Salga, salga el señor cura
Salga de la sacristía
Salga a oficiarnos la misa
Porque lo requiere el día.

Antiguamente, por la tarde, organizaban el baile donde se rifaba la tarta. Hoy se encarga el Ayuntamiento de este menester, pero ellas no han olvidado la costumbre de agradecer a quienes las han ayudado: reparten una bolsita de pastas entre el cura, las peluqueras que las peinaron, las pasteleras…

EL PENDÓN

Es un tipo de bandera, un estandarte, usado como distintivo o enseña en la Edad Media.  Hay varios tipos, fundamentalmente: reales, señoriales, concejiles y parroquiales. Los pendones concejiles, al igual que los reales y señoriales, nacen como símbolos militares, para reunir a las mesnadas de cada pueblo en las acciones bélicas, pues hasta que no se acaban las Cruzadas las tropas no comienzan a llevar cierta uniformidad que las distingan en combate y no será hasta la Guerra de los Treinta años la generalización del uso del uniforme completo. Es entonces cuando el pendón va perdiendo el carácter militar y toma un valor ceremonial, se agrandan sus dimensiones, lo que lo hace inservible para la batalla y se convierte en símbolo civil. En la Edad Moderna su uso principal era el de encabezar las comitivas destinadas a proclamar nuevo rey o para recibirlo cuando llegaba a un lugar. Hoy en día, en nuestro pueblo, el Pendón sale en ocasiones muy determinadas; Semana Santa, San Isidro, Corpus Cristi, Fiestas Mayores, Fiesta de la Reliquia y día del Rosario.
En Villalmanzo, el Pendón es de color blanco, que significa paz, con los premios militares en forma de bandas de oro. Mide 4,45 m. Pesa 9,5 kg.  Y la tela de la enseña mide 3,13m de largo por 2,75 de ancho.
Las partes principales del pendón son:
       La vara, palo, varal o asta, cuya longitud puede oscilar entre 5 y 15m, normalmente es más ancha en la parte de abajo.
       El pendón, paño o tela, que es fundamentalmente de damasco y de dimensiones diversas, los colores más frecuentes son: el rojo, el verde, el morado, el blanco y el azul.
       Los remos, gordones, bordones o guías, son cordones, que pueden ser de colores diversos, van unidos a la parte alta de la vara, bajo la cimera, y suelen ir rematados por borlas o borlones, pueden ser uno o dos, con los que se ayuda al pendonista, pendonero, portaestandarte o portador a llevarlo erguido, sobre todo en días de viento, a quien los maneja se le denomina remador (a veces es el mismo pendonista quien maneja el remo).
       Cimera, es la culminación de la vara, suele acabar en forma de cruz e incluso, en algún caso terminar en forma de flor.
       La cincha, cinturón de cuero con el que el pendonista sujeta a su cuerpo el pendón.
No conocemos el origen de nuestra enseña, pero la primera referencia que tenemos de él, en los Libros de Fábrica de la iglesia, son dos apuntes de 1615, en que se compra una vara para el Pendón y otra, en que se compra damasco y seda. No podemos establecer sus orígenes pues no se conservan libros anteriores y el hecho de que en estos momentos se comprara tela y vara, nada quiere decir, pues este tipo de objetos se sabe que había que cambiarlos como mucho, cada veinte o treinta años.
En Villalmanzo es un honor, al igual que en el resto de pueblos que los conservan, portar el Pendón en actos solemnes. No es tarea fácil, se requiere fuerza y destreza para portarlo. Mi amigo Ricardo Arnaiz, del que ya os he hablado en otra ocasión, fue pendonista durante más de 40 años.
El pendón es una de las tradiciones más populares de nuestros pueblos, es la enseña que nos une con nuestra historia, con nuestras raíces. Hay varios dichos populares respecto a él, pero el más conocido, y que integra en sí mismo la tradición religiosa y civil, dice así: “las campanas y el pendón, del pueblo son”.


4.- EL ESCUDO

Desde la antigüedad, los grupos, las sociedades y los individuos han utilizado signos que los identificaran y los distinguieran de los demás, sobre todo en las guerras. Sin embargo, la heráldica tal y como la conocemos hoy tiene origen medieval. “Los escudos de armas” se originaron en esta época por la necesidad de distinguirse los caballeros en el campo de batalla.
Podríamos definir la heráldica como la ciencia que nos ayuda a entender y dar forma adecuada a los escudos de armas, mediante un código de reglas que permite representarlos y describirlos correctamente. A continuación os resumo algunas pequeñas (muy pequeñas) nociones sobre estas normas.
 En función de su ámbito de aplicación, la heráldica puede clasificarse en:
Gentilicia: de los individuos, familias o linajes
Civil: de entidades territoriales. Esta se subdivide en nacional, Comunidades Autónomas (caso de España), provincial y local
Corporativa: de entidades publicas o privadas: Universidades, clubes, sindicatos…
Eclesiástica: de las personas, instituciones o entidades de la Iglesia.
Militar: de las personas, instituciones y cuerpos militares.
Industrial: de marcas o productos elaborados por empresas.
Lo primero en que tenemos que fijarnos para observar un escudo es en su forma. El escudo que se considera generalmente español es el que es redondeado en su base.
En segundo lugar, el campo: espacio comprendido dentro de las líneas que limitan el escudo (el escudo propiamente dicho), y también, a las divisiones que contenga (dichas divisiones se denominan cuarteles). Cuando está dividido verticalmente se denomina: partido; la división horizontal, cortado. Hay muchas más: cuartelado, jironado, embrazado…
En tercer lugar los esmaltes: que son los colores con que se pinta tanto el campo como las figuras del escudo. Se dividen en metales y colores. Son metales: el oro y la plata. Son colores: el gules o rojo, Azur o azul, Sinople o verde, Púrpura o morado y sable o negro. También pueden usarse todos los colores naturales de animales, plantas y construcciones, y el color de la piel (carnación), para las personas. 
Cuadro de esmaltes básicos:









Oro
Plata
Gules
Azur
Sable
Sinople
Púrpura

En cuarto lugar las figuras: figuras heráldicas: el jefe, el palo, la banda, la faja, la cruz, el aspa, la bordura… Figuras naturales: animales, plantas, astros, meteoros. Figuras humanas. Figuras artificiales: castillos, cadenas, herramientas… Figuras quiméricas: dragones, grifos, sirenas… Figuras geométricas: barras, fajas… llamadas piezas.
En quinto lugar: los ornamentos o adornos exteriores, los timbres: coronas, yelmos, cimeras, lambrequines, tenantes, banderas, cordones…
A la hora de describir un escudo hay que seguir un orden: Si está dividido, en qué forma lo está: partido, cortado… después se describe cada partición de modo que se comienza por las particiones que se hallen en el jefe (parte superior) y en la diestra del escudo.
Para describir el campo del escudo, es decir su esmalte, habitualmente se usa la fórmula: “trae campo de…” o “Trae de…” Después se blasonan las figuras, empezando por la principal, siempre que ésta no sea el jefe, campaña o bordura, en cuyo caso blasonan al final. En último lugar se blasonan los timbres, con un orden: yelmo, corona (si se haya sobre él), lambrequines, cimeras y banderas, encomiendas y collares, tenantes y soportes, el manto y las divisas y voces de guerra. (Si alguien está interesado en el tema, os dejo dos páginas interesantes: Breve introducción a la heráldica y Abc de heráldica y escudos. Pero hay muchas más).
La heráldica municipal en España se origina conforme avanza la reconquista, cuando los reyes conceden diversos privilegios (o fueros) a los habitantes de las poblaciones reconquistadas o repobladas. Entre estos privilegios está, muy frecuentemente, el usar sello (o sigillum). Su función será la de autentificar los documentos del concejo. Con el tiempo, lo representará simbólicamente y se grabará en piedra en las fachadas de los edificios municipales y acabará trasladándose a muchos escudos, sobre todo a raíz de las disposiciones legales que se fueron dictando desde el siglo XIX. Este es el origen del anterior escudo que ostentó Villalmanzo.
Por orden del Ministerio de la Gobernación de 23 de marzo de 1956, se solicita a cada Ayuntamiento de España que en virtud del Reglamento de 11 de mayo de 1952 cada Ayuntamiento debía poseer armas propias que le diferenciara de los demás. Son muchos los que, desde entonces, han rehabilitado o creado su escudo de armas.
En la actualidad, la competencia para la aprobación de los escudos de armas municipales está transferida a la Comunidades Autónomas, que son las que regulan el proceso de creación o rehabilitación de los símbolos municipales.
Escudo antiguo de Villalmanzo
En el año 2002 el Ayuntamiento de Villalmanzo encargó la realización de un escudo para el pueblo. Con tal motivo, se hizo un estudio previo de la historia del pueblo y desde ahí se hizo una propuesta que fue aprobada por el Ayuntamiento en pleno. El realizador de dicho estudio fue el Cronista Oficial de la Provincia, Fr. Valentín de la Cruz.
En la memoria se puede leer lo siguiente:
“Hemos de recordar que Villalmanzo trajo en tiempos pasados un Escudo Municipal, consistente en una vid cargada de racimos. Ese escudo y sello municipal sirvió durante algunas décadas del siglo XIX cuando los gobiernos centrales dispusieron su uso documental. Este escudo debe ser asumido en el nuevo que se está sugiriendo al Concejo…
Pero la nueva armería de que quiere dotarse Villalmanzo no puede preferir otros valores que son clave de su vida. Así su reiterada castellanidad. Villalmanzo fue una comunidad netamente castellana en el conjunto de sus razones: creencia, idioma, cultura, agricultura, administración concejil, folclore, sentido de hermandad con todos los pueblos, primero de Castilla y luego de España. Villalmanzo es Castilla y no renunciará a serlo. Igualmente es inevitable el recuerdo de los primeros vecinos y de su jefe Mancio; no pueden olvidarse Tordable, que sigue vivo en el Concejo, ni episodios como el Fuero de Lerma que caracterizó a todos los a él acogidos.
Por todo ello, me permito proponer el siguiente diseño para su Escudo Municipal:
Cortado. Primero, en Gules, Castillo peculiar de Castilla en toda su expresión, flanqueado de espada de oro y de rollo de pergamino, también de oro, con sello pendiente. A la diestra del jefe, estrella de ocho puntas, de oro. Segundo, en campo de oro, cepa a su color cargada de racimos de sable y de hojas de sinople. Al timbre, corona real cerrada.
De esta manera, en el cuartel superior quedan así recogidos en el Escudo, a través del castillo la condición de villa castellanísima de Villalmanzo, con tres recuerdos emocionantes: la espada del fundador repoblador, el documento foral, dado por Alfonso VII y (con la estrella) el de una villa (Tordable) que se extinguió entregando su término, derecho y vecinos a Villalmanzo.
El cuartel inferior está dedicado a la vida campesina de la villa, caracterizada aquí con su característica preferencial del vino, significado en una cepa generosa de tempranillo o tinto del país, valor hoy en justificada alza.

La Corona representa el actual Reino de España, pasión de todos los hijos de la Villa”.


5.- LAS CAMPANAS
                              
El toque de campanas en el pueblo no era algo sin más: era un “arte” que en la mayoría de las ocasiones se heredaba de padres a hijos. Al menos tres o cuatro veces al día había que subir a tocar, eso si no ocurría nada extraordinario.
Las campanas no sólo llamaban a oración: en aquél entonces eran el reloj de las gentes y uno de los mejores instrumentos de difusión de la información.
Había varios toques de campana, cada uno con un repique diferente, que la gente distinguía muy bien:
       Por la mañana: se tocaba al alba (maitinada)
  A mediodía: el Ángelus, que se identificaba con la hora de comer y los hombres volvían del campo.
    Por la tarde: el toque de oración (hacia las 6), toque a misa.  Y Fin de la jornada en el campo. También había toque a misa festiva.
       Toque de difuntos: este variaba según el fallecido:
o   Un hombre: 3 clamores
o   Una mujer: 2 clamores
o   Un forastero: un clamor
o   Un cura: 4 clamores
o   Un obispo: 5 clamores
o   Un cardenal o el Rey: 6 clamores
o   El Papa: 7 clamores
Un niño: toque a gloria con campanillos. Se creía que iban al cielo y la gente escuchaba la siguiente frase (que era la mnemotecnia usada por el campanero para seguir el ritmo): “Bien vas, vas bien, pa la gloria vas”
     Toque de nublo o tentenublo: se tocaba cuando se aproximaba una tormenta para que la gente se preparara (las mujeres encendían las velas de las Mozas de la Virgen y muchas rezaban). Y también se hacía para disipar o ahuyentar las tormentas (esta superstición estaba admitida por la Iglesia). En este toque los campaneros usaban una mnemotecnia: “Ten-te nu-be ten-te tú, que Dios pue-de más que tú”.
    Toque a “a rebato”: cuando había fuego. Este toque se oía en los lugares vecinos, de modo que podían llegar a colaborar con el pueblo si hacía falta.
 Toque “a clamores”. Se tocaba durante toda la noche de ánimas (del 1 al 2 de noviembre). A los niños les solía dar mucho miedo y esa noche costaba dormir.
  Toque a fiesta: en las vísperas de las fiestas repicaban con alegría, anunciándolas a los cuatro vientos.
      Toque a concejo: convocaban a los vecinos a las reuniones
 Otro toque: se empleaba para dar la bienvenida a las personalidades.
Hoy las campanas no anuncian el fin de la jornada. Ya todo el mundo usa relojes. Pero aún suenan para convocar a los fieles a los oficios religiosos y anunciar las fiestas. En la actualidad, Julián Obregón es el sacristán y campanero de Villalmanzo.
La torre de la iglesia de Villalmanzo alberga seis campanas, la mayoría recientes. Todas ellas han sido hechas por Talleres Quintana. Cinco están en la parte inferior y una en el reloj. Ahora se encuentran todas electrificadas con sus mazos y motores.
De mayor a menor son:
  La campana más grande: se hizo en 1926. Como dice ella misma “Siendo alcalde Anastasio Barroco Saiz”. Está dedicada a Nuestra Señora.
      La dedicada a Santa Bárbara. Año 2006. Pesa unos 600 kg.
  Parroquia de la Asunción. Párroco D. Diodoro Merino. Alcalde D. Fidel Marcos.
       Dos campanas fabricadas en 1976
    La campana del reloj es la más antigua: dice así: “Hizose SINDO alcalde Pedro Taxarris Arribas”. Está dedicada a JHS María.

En la provincia de Burgos existen más de 40 campaneros de mucha calidad: suelen exhibir su arte en concursos que cada año se realizan en un pueblo diferente.


6.-LAS MARZAS

El canto de las Marzas es una tradición ancestral, sólo conservada por algunos pueblos. En la provincia de Burgos actualmente se conserva en más de cuarenta pueblos, y en la zona donde es más abundante es en la comarca del Arlanza: Quintanilla del Agua y Tordueles, Puentedura, Santa Inés, Torrecilla del Monte, Quintanilla la Mata, Mecerreyes, Salas de los Infantes, Lerma, Villalmanzo…
Las Marzas son un canto al resurgir de la vida tras el invierno, a la naturaleza y a la mujer como engendradora de vida, evocan antiquísimos ritos paganos dedicados a la fertilidad de la madre tierra. Se cantan la última noche de febrero, justo a las 12,00 h. cuando comienza marzo.
Antiguamente los hombres, se dividían en dos grupos e iban recorriendo el pueblo, en cada calle, cantaban las marzas. Uno de los grupos empezaba y el otro, desde el otro lado de la calle le respondía. Se acompañaba el canto con buen moscatel y pastas, para atajar el frío. Los mayores del pueblo nos dicen que sólo salían los hombres a cantar, pues era una ronda a las mozas del lugar. En Villalmanzo era al día siguiente cuando los mozos pedían para hacer una merienda, en otros pueblos la petición es al mismo tiempo que el cántico.
Hoy en día, se cantan entre todos, hombres y mujeres juntos, pero el ritual es el mismo, divididos en dos grupos que se responden a lo largo del cantar.
El cántico se repite todos los años en la misma fecha (ver el Cancionero). Su estructura se divide en cuatro partes principales:
Solicitud de permiso para cantarlas, o invocación:
A cantar las marzas, licencia tenemos
Del señor Alcalde, vecinos del pueblo
Otra parte es un canto a la juventud, se canta a las mozas, describiendo su belleza:
Empieza por el pelo que eso es lo primero
De esa linda dama que en ello me enredo
Esa frente tuya principio de guerra…   
Esta parte no está exenta de cierta picardía, empleando el doble sentido para evitar censuras:
 Qué es eso que tapas con el delantal
Son las dos columnas y el Palacio Real
Otra parte, es un canto a la naturaleza:
Esta noche entra Marzo
De media noche pa abajo
Esta noche también entra
El bendito San Rosendo
Que nos libre y nos defienda
De las penas del infierno…
Para concluir, siempre acaban en una despedida:
Y con eso le decimos
Quédense ustedes con Dios.
Algunos autores señalan otras dos partes, las peticiones:
Levantaros damas
De esas dulces camas.
Abriréis los cofres,
Nos daréis castañas…
Y vosotras las casadas
Nos daréis un huevecito…
Y otra parte que sería, el saludo:
Aquí vive una señora
Aquí vive y aquí mora, Aquí vive una señora.
Aquí vive  un hombre honrado,
Que es el señor de este barrio…


7.-LA MATANZA  

Era la culminación de un proceso que duraba todo el año. Empezaba con la compra de los lechones en el mercado de Lerma (hacia la segunda mitad del siglo XX su precio estaba entre 100 y 150 pts.) Normalmente la raza de estos animales era la “raza lermeña”, cuyas características principales eran: cabeza grande, orejas caídas y morro chato.
Durante todo el año se procedía a su engorde mediante una alimentación muy rica en proteínas hasta que llegara a pesar 15 o 20 arrobas (una arroba en Castilla equivale a 11,5 kg.) Parar ello, se les daba de comer salvado, comidilla, cebada molida, hojas de olmo, cardos, patatas cocidas e incluso las boñigas del ganado mular.
Una vez conseguido el peso idóneo, suficiente para alimentar a una familia durante todo el año, llegaba el día de la matanza que solía hacerse entre los meses de noviembre y febrero (pero no antes de mediados de noviembre. Ya conocéis el refrán: “a todo cerdo le llega su San Martín, y este santo celebra su día el 11 de noviembre). Había algunas familias que hacían dos matanzas (o tres, dependiendo de su poder adquisitivo): una sobre diciembre y la otra en febrero. Por cada cerdo matado se pagaba un impuesto.
Raspando la piel del cerdo
El día de la matanza se convertía en una fiesta familiar, pues se hacía en familia. Para comenzar bien, se tomaba una copita, que solía ser de aguardiente, en la que se untaba un poco de pan y a veces una pastita. Acto seguido, se mataba el cerdo, se esperaba a que se desangrara, recogiendo, eso sí, la sangre. Después, se le chamuscaba con paja de centeno para rasparle bien los pelos y dejarlo limpio y se le abría en canal para sacar las tripas que las mujeres iban a lavar al arroyo; mientras, otras, se quedaban preparando asadura para almorzar y los niños se comían el rabo. El cerdo se colgaba en alto sobre una escalera para que se oreara toda la noche.
Las tripas, una vez limpias, se cosían (algunas tripas se tenían que comprar, por lo que estas se habían cosido la víspera). Se picaba la manteca y se añadía la cebolla, que también se había picado el día anterior, y se había guardado metida en fardeles de tela que se dejaban colgando, para que escullara el jugo de la cebolla. Se sancocía el arroz y se esperaba a que se enfriara para hacer las morcillas. Se arreglaban con pimienta, canela, clavo (de éstos con cuidado, pues dan mucho sabor), pimentones, orégano y la majada de ajo y sal, para luego añadir la sangre y la manteca. Con esta pasta se procedía a llenar las tripas, se atan y se cuecen en una cazuela de cobre, durante más o menos una hora, hasta que adquieren el color negro característico, teniendo cuidado que no floten, sino hay que pincharlas para que no revienten y se rompan. Pero antes de este último proceso se comían unos garbanzos que se cocían con los huesos del alma y, para postre, unas naranjas cortadas en rajitas con azúcar por encima y unas gotitas de aguardiente.
Era costumbre sacar la vejiga para los chicos: se hinchaba y se la golpeaba. Con esto se hacía un balón para jugar en las eras. También se podía hacer un instrumento a modo de zambomba: se la hinchaba y se ponía una paja. Los chicos la llamaban “puto-puto”, por el ruido característico que hacía.
 Por la tarde, cuando las morcillas estaban hechas, se llevaba la ración a vecinos y parientes, también al cura, al médico y al maestro. Los chicos solían pelearse por hacer el recado, pues en agradecimiento se llevaban una propina.
Este día se cenaban las morcillas y el caldo mondongo, que es el caldo que sueltan al cocerlas, pero eso sí hay que comerlo recién hecho, calentito, pues tiene grasa.
El segundo día de matanzas, comenzaba también con la copita de aguardiente; luego se estazaba (viene de la palabra destazar o estrazar: despedazar, hacer pedazos) el cerdo, se picaba a mano y se cocía el liviano de la asadura (los pulmones) y el cuajo para hacer las sabadeñas (son chorizos especiales para el cocido). Para comer, se guisaba una cazuela de lomo con unas costillas. También este día se llevaba ración: un pedazo de carne con un hueso y un pedazo de tocino.

Dos días después de este proceso se hacían los chorizos, pero antes se probaba el picadillo (para comprobar el estado de sal y picante) y se le daba la vuelta. El picadillo es la carne destinada al chorizo, aunque también estos trozos de carne se pueden comer fritos (o a la plancha a modo de pincho moruno). Se adoba con aceite, pimentón (dulce y picante), ajo, sal y orégano y se le deja reposar (para hacerlo a la plancha basta de un día para otro, aunque lo mejor son 48 horas). Las cantidades dependen del gusto de cada persona, más picante, menos sal… Yo para 1 kg. de carne utilizo aproximadamente una cucharadita de cada pimentón, otra de orégano, unos tres dientes de ajo y aceite, entre 150 o 200ml. La sal vale más empezar por poco e ir probando, al gusto de cada uno. Eso sí con cuidado de darle la vuelta de vez en cuando, para que se impregne todo bien. Del cerdo ya sabéis, se como todo: morro, oreja, careta, manos, codillo, solomillo, lomo, chuletas, costillas, jamón, paletilla, panceta… hasta el rabo.



                                                                                 



2 comentarios:

  1. ¿Sabéis algo de la raza lermeña de cerdo? alguna documentación, estudio, cuándo desapareció...

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  2. Siento no poder ayudarte, de momento todo lo que puedo decirte con seguridad es su origen celta, pero voy a intentar recabar información sobre ello. Aunque tardaré unos días.

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