martes, 28 de febrero de 2017

LAS MARZAS




Dada la fecha en que estamos, he creído conveniente recordaros que esta noche se celebran Las Marzas en muchos lugares de Castilla, País Vasco y Cantabria. Os he traído esta entrada antigua para refrescar de qué va esta tradición y si tenéis ocasión de asistir a su celebración no os lo perdáis:
Se acerca marzo, y nos trae la celebración de un rito ancestral, solo conservado por algunos pueblos, y como no podía ser de otra manera, Villalmanzo y Santa Inés están entre ellos: EL CANTO DE LAS MARZAS. Se cantan la última noche de febrero, justo a las 12,00 h, cuando comienza marzo.


Es una celebración pagana, una de las pocas que no fueron adoptadas por el cristianismo (aunque encontremos alusiones a santos o ángeles, el cristianismo no la adoptó como tal, solo son pequeños aculturamientos en la letra). Son un canto al resurgir de la vida tras el invierno, a la naturaleza y a la mujer como engendradora de vida. Se han transmitido de forma oral, de generación en generación durante siglos. Algunos autores las hacen proceder de la civilización romana y de los pobladores anteriores. Caro Baroja nos dice: “los mozos son los descendientes de los que en otra época salieron con motivo del comienzo del año o “Kalendae Martiae” cantando las llamadas “martiae”, que anunciaban la venida del primer mes del año dedicado a un dios de la agricultura”. De manera que esta celebración calaría en los antiguos pobladores de Castilla: Bárdulos, Vacceos, autrigones… que seguramente las adaptaron a antiguas ceremonias paganas de fertilización de la madre tierra, que ellos ya celebraban. Por ello, se extiende exclusivamente por los territorios de la antigua Bardulia (el término Castilla lo encontramos por 1ª vez en un documento por el que el abad Vitulo donaba unos terrenos, fechado el 15 de septiembre del 800 “…Bardulia quae nunc vocatur Castella…”, Bardulia que desde ahora llamaremos Castilla). Así, el rito se ha mantenido solo en algunos puntos del País Vasco, en las provincias de Santander, Palencia y Burgos. En cada zona hay algunas variables (sobre todo en la provincia de Santander), pero son muy parecidas en el contenido, la melodía y las estrofas.

Las estrofas de las marzas de Villalmanzo las podéis leer en el cancionero al igual que las marzas de Santa Inés que encontrareis en el apartado II de este cancionero, bajo el epígrafe: "el cancionero de Santa Inés. La estructura de las coplas junto con la manera de celebrar Las Marzas las encontraréis al final del menú tradiciones. 


Crédito de la foto, David Niblack, http://imagebase.net/

jueves, 23 de febrero de 2017

OTRAS RENTAS FAVORABLES AL MONASTERIO: CENSO PERPETUO



Cuando  se habla de señoríos, lo primero que se piensa es en las rentas que los señores obtenían y rápidamente nos acordamos de martiniegas, infurciones… Durante la Plena Edad Media estos tributos fueron los que producían más beneficio a los señoríos sin embargo, tras la crisis del siglo XIV la vieja renta señorial fue cediendo paso en importancia a rentas de la tierra en forma de censos perpetuos, foros y arrendamientos, sin olvidarnos claro está, del diezmo implantado en los siglos XII-XIII, que en este señorío significaba una buena parte de los ingresos para el Monasterio y del que hablamos ya en un capítulo aparte.
En Santa Inés los pagos por estas otras rentas eran normalmente en especie, salvo los censos al quitar que se pagaban en dinero.
Los censos eran de dos tipos: censo perpetuo y censo al quitar. El único que tenía un censo perpetuo era el concejo, el resto eran todos al quitar, uno contra el concejo y el resto contra varios vecinos.
Del foro, que el Libro denomina también “rentilla”, constan las principales condiciones, los vecinos implicados, las suertes que corresponden a cada uno y cuánto debía pagar cada vecino. Aunque el foro es también una forma de arriendo, lo distinguimos del simple arrendamiento por su duración en el tiempo y por las condiciones señaladas en la escritura.
Los arrendamientos propiamente dichos, son los que corresponden a los solares y al molino que tiene el Monasterio en la villa de Santa Inés y a las tierras en términos de Lerma y Villalmanzo (aunque sabemos que también tenían tierras en Villabrán, Báscones, Quintanilla del Agua y Santillán, pero nada consta en los libros de cuentas y solo hemos encontrado pequeñas referencias a ello). De todo esto daremos cuenta en otros capítulos, hoy nos ocuparemos del censo perpetuo.
Como ya he comentado en otros capítulos, la intención de esta presentación no es cuantificar monetariamente las ganancias del Monasterio, por lo cual no os transcribiré todas las cifras que harían pesadas estas páginas, pero sí las condiciones del censo perpetuo, del foro, de los arrendamientos del molino y de las tierras arrendadas que nos permitirán conocer la situación de los arrendatarios y del Monasterio y la mentalidad de la época.

5.1.- CENSO PERPETUO
“El año de 1632 dio el Monasterio de Arlanza la hacienda del Censo Perpetuo al Concejo y vecinos particulares por cien fanegas de pan por mitad trigo y centeno que se ha de pagar el día de San Miguel de septiembre: bueno, seco y limpio medido en la medida de Ávila y puesto en la casa y trojes que dicho Monasterio tiene en este lugar y a su costa”.
Este censo ató al concejo y vecinos de Santa Inés durante trescientos años. Si bien, cambió de censualista con la Desamortización, no fue hasta el 22 de marzo de 1924, mediante contrato privado, que Santa Inés se redimió de él.
A lo largo de estos trescientos años, hubo momentos, en que la carga que suponía el censo, hizo pasar apuros a los censatarios, tanto con el Monasterio, como con el siguiente censualista. No solo hay que pensar en la catástrofe de una plaga, sino que bastaba un año de  lluvias demasiado abundantes, o todo lo contrario, de sequía, para que no pudieran cumplir con los pagos. Constancia de estos incumplimientos encontramos en la “obligación a favor de Arlanza por el concejo y vecinos de Santa Inés” del año 1801: “por no pagar el censo perpetuo en el año pasado de 1800, por los descalabros e infortunios que sufrimos”. El concejo y vecinos de Santa Inés se obligan a pagarlo en septiembre de 1801, entregándolo al padre, fray Anselmo Montero, Prior en este priorato. “Por ello suplican la espera para la solvencia”. Prórroga que se les concede con fecha de 20 de marzo de 1801, por la que el concejo y vecinos se comprometen, sin llegar a pleito, a pagar el importe del grano en dinero y precio corriente en el mercado de Lerma, que en esos momentos es de 34 reales la fanega de trigo y 23 la de centeno. La cantidad total asciende a 2850 reales.
Otro ejemplo, ya con el siguiente censatario, lo encontramos en las actas del Ayuntamiento de la villa, en concreto, en el acta del 10 de diciembre de 1881, donde leemos un aviso de que si no pagan el censo se les ejecutará por vía de apremio. Ante esto, se faculta al alcalde para que cobre a los morosos que se niegan a pagar lo que corresponde en el reparto en granos hecho por el Ayuntamiento y Junta de Repartición. Al año siguiente, el Ayuntamiento se ve obligado a nombrar un comisionado para que cobre a los morosos. Se nombró a don Zoilo del Alba, vecino de Lerma.

¿QUÉ CONDICIONES IMPONÍA ESTE CENSO?

En el libro hemos encontrado un resumen de ellas, y aunque no estén todas sí son las principales. En el Libro están escritas a reglón seguido, pero para clarificarlas os las transcribo en apartados:
“Las condiciones son:
Que dichas cien fanegas no se han de bajar ni subir, aunque por Leyes reales o Pragmáticas, se manden subir o bajar los censos o juros (la razón se declara en la escritura). 
Que hayan de tener en pie y de manifiesto bien reparado, etcétera, todo, como bodegas, jaraices, huertas, arresies etcétera. 
Que si por caso fortuito de piedra, agua, etcétera, no cogieren dichos granos, habiendo sembrado las heredades, estén obligados a pagarlos en dinero conforme a la tasa que hubiere en tal tiempo. Y no sembrándolas, hayan de ser obligados a pagarlas en especie de pan, buscado a costa del Concejo, pagando al que se ocupare en buscarlo a 400 maravedís por día, y además de esto, el coste de portearlo a la panera del Monasterio. 
Que no puedan en manera alguna enajenar cosa de lo que se les ha vendido en dicho censo, ni de las hipotecas, ni fundar sobre ello censo, tributo, etcétera. 
Que están obligados a apear de siete en siete años, por ante escribano, así la hacienda que se les entrega como las hipotecas, y dar de todo ello un traslado autorizado al Monasterio. 
Que tengan obligación a reconocer y ratificar de diez en diez años este censo, y dar al Monasterio un traslado libre de derechos. Tiene esta escritura otras condiciones.
Otorgose en Santa Inés a 25 de mayo de 1632 por ante Martín Guillén escribano del Rey y del Número de la villa de Lerma y de la de Santa Inés”.

Como podemos apreciar, en las condiciones del censo viene explícitamente indicado qué sucede si hay retrasos en el pago del censo. Es lo que encontramos en la anterior obligación de 1801, donde se expresa que el pago ha de ser en dinero y al precio del mercado del momento, en total los 2850 reales. Es decir, que el concejo y vecinos de la villa si habían sembrado pero debido a condiciones adversas no pudieron hacer frente al pago en septiembre de 1800, por lo que al año siguiente han de efectuar el pago en metálico y al precio estipulado para ese año, en el mercado de Lerma.
El segundo censualista llega con la desamortización. Si bien en 1835, todos los bienes de las órdenes religiosas y del clero en general pasan a manos del Estado, éste no necesitaba propiedades, sino dinero, por lo que no tarda en sacar leyes mediante las cuales salgan a subasta pública dichos bienes. Una de ellas es el Real Decreto de 19 de febrero de 1836, en virtud del cual, salió a subasta el dominio directo del censo perpetuo de cien fanegas de trigo y centeno por mitad que el concejo de Santa Inés pagaba anualmente al Monasterio. Se remató el 18 de enero de 1843 a favor de D. León González, vecino de Burgos, por 159.977 reales, quien se lo cedió a Dña. María del Pueyo, vecina de Covarrubias (no podemos olvidar aquí la pena de excomunión que dictó la Iglesia, tanto para los expropiadores como para los compradores, por lo que éstos, en muchas ocasiones, buscaban quién los comprara por ellos). Así pues, el concejo y vecinos debían seguir pagando las cien fanegas, aunque ahora, a Dña. María del Pueyo y más tarde a sus herederos.
El censo se prolonga hasta bien entrado el siglo XX y será el 22 de marzo de 1924, mediante contrato privado, cuando Santa Inés logré redimirlo. La compra se realizó por 25.000 pts. que los compradores (el Ayuntamiento de Santa Inés) entregaron en ese mismo acto.
De este censo tenemos constancia en otros documentos. Entre ellos, el que nos da las causas por las que se constituyó es el “Compendio de las gracias…” que nos dice:


Habiéndose hallado esta villa muy agraviada y alcanzada por pagar rentas reales y réditos de muchos censos que contra sí tenía, determinó con amparo del Monasterio de sacar, como sacó para salir de este ahogo, y pagar dichas deudas y redimir dichos censos, de sacar como sacó de Don Alonso Gomez de Revenga vecino de la villa de Aranda un censo de principal de 4500 ducados de plata. Del cual salió por fiador el Monasterio. Y éste (viendo por más acertado) compró (y redimió dicho censo) en hacienda de los vecinos y concejo de Santa Inés (y para redimirle sacó un censo de la comunidad de San Nicolás de Burgos, que después redimió con dinero que para eso dejó su Paternidad Fray Francisco Millán). Y el año de 1632 vendió el Monasterio dicha hacienda (que expresa y amojona el censo) a censo perpetuo al concejo y vecinos particulares de dicha villa de Santa Inés por precio de 100 fanegas de pan por mitad trigo y centeno…

De este texto podemos extraer dos cosas:
Primero nos dice que el concejo tiene contraídos varios censos y después el Monasterio resuelve el aprieto con, digamos, un juego de censos. Esto nos da una idea de lo populares que eran estas transacciones, tanto los ligados a las rentas de la tierra, como los privados, que parece ser el caso del censo del que sale fiador el Monasterio y acaba redimiendo.
En segundo lugar, que como ya dijimos al principio de esta serie de capítulos: el Monasterio nunca dejó de su mano a Santa Inés, si bien, como podemos apreciar, no fue gratis la ayuda en este caso, pero el apremio era importante, y pese que alguna vez no pudo pagar a tiempo, siempre se le prorrogó el plazo.