Hola a todos:
Seguimos en Navidad
y como ya es sabido, al que más y al que menos se le abre el corazón y mana
generosidad por doquier. Resumiendo, se “tira la casa por la ventana” para dar
y regalar, a la familia, a los amigos y hasta a los desconocidos. Yo aquí he de
entonar el “mea culpa” y no me libro de esta vorágine. Pero también son fechas
cargadas de nostalgia, cuando más se echa de menos a los seres queridos que no
están con nosotros. Por eso hoy quiero recordar a todos los que nos faltan
físicamente,
unos porque tuvieron que emigrar, otros porque ya nos han dejado
definitivamente, pero que permanecen en nuestro recuerdo con huella imborrable.
Una de estas personas es mi amigo Ricardo Arnaiz, él cumple las dos premisas,
pero su recuerdo perdura en nosotros, así como su empeño por dar a conocer la
historia de su pueblo, Villalmanzo. Participó activamente en el libro: “Villalmanzo.
Mi propia historia es la historia de Villalmanzo” y en la formación de la
exposición etnográfica que se realizó en 2011. Trabajador incansable, construyó
él mismo alguno de los muebles que se utilizaron en ella, buscó y organizó
cosas para exponer, a la vez que localizaba documentos, recopilaba tradiciones
y nos regalaba con sus propios recuerdos. Hoy os dejo aquí uno de ellos, lo he
titulado: “Yo también fui emigrante”...
Ricardo, habilitando el local de exposición |
En el año 1957 me fui a Bilbao, como otros
jóvenes de este pueblo, buscando una nueva vida, ya que aquí no teníamos
oportunidad de lo que allí había. Mi primer trabajo fue un almacén de material
eléctrico como empaquetador y al poco tiempo empecé como aprendiz en un taller
de fontanería (hojalatería, como en Vizcaya se llaman), tuve un oficial muy
bueno, era vasco, mandaba mucho para lo poco que se ganaba, unas 400 pts. Allí
estuve poco tiempo, pues tuve que hacer el servicio militar de muy joven, en el
aeródromo de Villafría, uno de los pueblos más fríos de la provincia de Burgos.
Una vez terminada la mili me vine para
el pueblo, trabajé en casa, en las labores del campo y el ganado que mi padre
tenía. La familia Arnaiz Marcos en aquellos años, desempeñábamos el oficio de
corredor de vinos, que consistía en sacar el vino de las bodegas, con pellejos
y odrinas, que las gentes de otros pueblos venían a comprar. Lo principal del
trabajo de corredor consistía: en dar a probar a los compradores los mejores
vinos y ayudar en el trato, “partir la peseta”, entre el comprador y el
vendedor. Todos los domingos venían compradores de todas las zonas de la
provincia de Burgos y Palencia. Algunos años las cosechas fueron buenas,
llegándose a recoger más de un millón de kilos, aunque casi el 75% era para el
consumo de casa, ya que el trabajo en el campo lo requería, por el calor y las
horas tan duras arando, segando…
Al poco tiempo hice un curso de
formación profesional de fontanería, durante un año, terminado el cual, me fui
a Burgos. Me hice oficial y después de
unos años, me instalé en el pueblo y trabajé de fontanero por toda la zona de
Lerma. Los últimos 10 años en la empresa
COMSA S. A. Durante este tiempo
reformamos toda la red general del pueblo, levantando las tuberías viejas de
calles y plazas y poniendo las nuevas, con un material de gran duración. Esto se
empezó en 1998 y una vez terminado el trabajo, en el año 2000 me llamaron de la
empresa, Aguas de Barcelona (Aquagest) para hacer trabajos de mantenimiento en
el Ayuntamiento de Lerma. Ya pasado el tiempo llegó la jubilación.
(Ricardo Arnaíz)
Sus últimos años los dedicó a su familia y a su pueblo a los que tanto quería. ¡Hasta siempre Ricardo!
(Ricardo Arnaíz)
Sus últimos años los dedicó a su familia y a su pueblo a los que tanto quería. ¡Hasta siempre Ricardo!
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