Últimamente
he recibido varios correos pidiéndome que continúe y que no me olvide de la
página de Sabiduría Popular, alguno incluso, con fina ironía me pregunta si en
Santa Inés no usan de estas cosas. Así que he pensado que no estaría de más,
parar unos días la transcripción del libro (para los que seguís esta parte,
solo serán unos días de espera, en breve continuaré) y cumplir con mi promesa
de actualizar de vez en cuando esta página, no sin antes daros las gracias por
vuestro interés.
Y sí,
por supuesto que en la villa de Santa Inés tienen refranes y adivinanzas
típicos. No obstante, aunque son muchos los que se utilizan en esta villa, por
su cercanía a Villalmanzo, hay unos cuantos que son los mismos, por lo que no
los he copiado ya que nos repetiríamos y en cualquier caso, los encontraréis en
la página de La Sabiduría Popular.
También,
alguien me ha preguntado sobre el origen de los refranes, puede que haya otras
respuestas, pero lo que he podido ver a lo largo de estos años, es que se puede
decir que han existido desde siempre. Si lo pensamos bien, era la forma de
transmitir conocimientos en unas sociedades en que la escritura no estaba al
alcance de todos, por lo que las gentes sencillas solo tenían el medio oral
para enseñar a los hijos todos los conocimientos adquiridos a través de la
experiencia. Y lo hicieron de manera sencilla y comprensible, con frases cortas,
con rima o con soniquete para que fueran fáciles de recordar, de modo que se
han mantenido a través de los años. En los refranes siempre encontramos una
consecuencia práctica de orden moral o de conducta, son el reflejo de cosas aprendidas
o situaciones observadas, pero siempre transmiten una enseñanza: “Por San Blas
la cigüeña verás y si no la ves, año de nieves es”, “Abril mojado de pan viene
cargado”, “El ojo del amo engorda el caballo”… Abarcan tanto temas sociales
como económicos, religiosos, políticos, morales, amorosos, de salud, de vecindad, de familia… En
definitiva transmiten los elementos característicos de una forma de vivir, de
pensar. Por todo ello, los consideramos fuente de la sabiduría popular.
La importancia
de esta fuente cultural se pone de manifiesto a través de los numerosos
refraneros existentes: Refranes o proverbios
en romance (Hernán Núñez), Refranero
español (José Manuel Gómez-Tabanera)... Y a través de la literatura, que
desde la Edad Media hasta nuestros días ha empleado y emplea refranes: El Libro del Buen Amor, la Celestina, El Quijote… incluso en los títulos de las obras: Casa con dos puertas, mala es de guardar
(Calderón), No hay mal que por bien no
venga (Juan Ruíz de Alarcón)… Pero también, no lo olvidemos, a través de
nosotros mismos, ¿quién de nosotros no ha empleado nunca un refrán en una conversación?,
somos sus mejores transmisores.
En
cuanto a la palabra refrán, con el significado que hoy día le damos, empezó a
utilizarse en el siglo XV, pues anteriormente, sobre todo en el siglo XIII, la
palabra refrán aludía al estribillo de una canción (Joan Corominas). Algunos
autores le dan su origen etimológico del francés “refrain”, que corresponde a
estribillo, y que viene del latín “frangere” (romper), es decir que “refrain”
es una repetición regular que rompe la canción.
Por lo
que respecta a las adivinanzas, son un tipo de acertijo que podemos calificar
como un juego intelectual practicado por toda la familia. Su principal función
era el entretenimiento a la vez que los niños se “espabilaban”, es decir,
contribuía al aprendizaje. Y es que las adivinanzas contribuyen a estimular
facetas como la atención o la memoria y ejercitar la capacidad para resolver
problemas. Al igual que los refranes su transmisión fue y es oral, de
generación en generación, son anónimas, sus temas son muy diversos: cosas familiares,
animales, personas, accidentes geográficos, atmosféricos, problemas matemáticos…,
habitualmente se formulan en rima y su estructura es también sencilla, su antigüedad
se pierde también en la historia (ya las encontramos en la biblia, en la
mitología griega…). Indudablemente forman también parte de la sabiduría popular
de un pueblo. Durante siglos fueron, junto con el cuento y las canciones populares,
una de las diversiones para disfrutar en familia, sobre todo a última hora del
día y para hacer más amenos los trabajos diarios (esto fue así hasta que la
televisión entró en nuestros hogares).
Una canción,
según el real diccionario de la lengua, es una composición en verso, que se
canta, o hecha a propósito para que se pueda poner en música. Esto último no es
extraño verlo en nuestros pueblos, sobre todo con las canciones de carácter
religioso, muchas de ellas eran escritas por los propios sacerdotes y luego se
las ponía música. Reflejan las creencias y los aspectos espirituales de la
época. También hay canciones de aire folklórico en las que se reflejan los
temas de identidad local y en todos los pueblos (o en la mayoría) siempre hay
una canción dedicada al pueblo y que normalmente se canta en las fiestas
patronales, a modo de himno del lugar.
Otras
canciones que a veces resultan también curiosas son las de los juegos,
canciones para jugar al corro, para saltar a la cuerda... Muchas son las que se
cantaban por igual en toda España:
Tengo
una muñeca vestida de azul
Con su camisita y su canesú
La
saqué a paseo, se me constipó
La
tengo en la cama con mucho dolor…
Aunque
en los diversos pueblos solían hacerse adaptaciones de las letras:
Tengo
una muñeca rubia como el sol
Se
llama Pepita lo mismo que yo.
La
saqué a paseo se me constipó
La
tengo en la cama con mucho dolor…
Pero
muchas de ellas reflejan también las costumbres sociales de la época o hechos
que acontecen y dejan huella en las gentes, por ello no debemos olvidarlas:
Dame
un besito amor
No
te lo puedo dar
Que
no acostumbro yo
A
los hombres a besar
Y
si te beso a ti
Me
podría acostumbrar
Y
después acostumbrada
Me podrías criticar…
Pobrecitas
madres como llorarían
Al
ver que sus hijos a la guerra iban.
Ni
me pinto, ni me arreglo
Ni
me pongo la mantilla
Hasta
que venga mi amante
De
la guerra de Melilla…
Bien,
tras este pequeño repaso, os dejo los refranes y adivinanzas típicos de la
villa de Santa Inés. Como ya sabéis, en la página de La Sabiduría Popular, a
continuación de los de Villalmanzo. Y el próximo día hablaremos de las
canciones, folclóricas, religiosas…
Para abrir el apetito, adivina adivinanza:
Mi ser por un punto empieza, por un punto ha de acabar, el que mi nombre diga sólo dirá la mitad.
Para abrir el apetito, adivina adivinanza:
Mi ser por un punto empieza, por un punto ha de acabar, el que mi nombre diga sólo dirá la mitad.
FOTO: JUEGO DE NIÑOS, DE MIGUEL ZARAGOZA Y ARANQUIZNA (MUSEO DEL PRADO)