Santa
Inés es un pueblo que se estructura en una red de calles amplias y bien
cuidadas; es luminoso y tranquilo. Su término se extiende en 15 Kilómetros
cuadrados, con abundantes fuentes de agua clara y afluentes del río Arlanza: el
Valdura y el Santa Ana, que lo riegan justo antes de su desembocadura.
No cabe
duda que esta estructura urbanística proviene de antiguo, aún quedan vestigios
de tiempos pasados a lo largo del pueblo: la Iglesia, la casa del cura, la casa
y huerta con tapia de adobe del Priorato, casas particulares, tenadas o
antiguas bodegas.
La
construcción típica del pueblo eran las casas de dos plantas y desván, con
ventanas pequeñas para protegerse de los fríos inviernos. La puerta de acceso
era de madera partida en dos hojas en horizontal y con un pequeño agujero en la
parte baja de la hoja inferior, “el arbañal” para que los gatos (en todas las
casas había uno) pudieran entrar y salir libremente. En la planta baja no
faltaba la cuadra y anejado a la casa estaba el corral y el cortijo. En alguna
casa aún se puede ver la típica chimenea castellana, en forma de tronco de
pirámide, recubierta de tejas a modo de escamas.
Hoy en
día nos choca que los animales compartieran la vivienda con la gente, pero la
explicación es sencilla: en Santa Inés, un pueblo eminentemente agrícola, no
podían faltar los animales, pues eran la principal herramienta de trabajo y
también el complemento del sustento alimenticio a lo largo del año. Por ello se
habilitaban dependencias exclusivamente para su mantenimiento, así corrales,
cortijos y cuadras se hallaban en la misma vivienda familiar, pues requerían de
cuidados a lo largo del día. Las tenadas, palomares y colmenas se construían aparte.
Además,
la cuadra en la planta baja de la vivienda, permitía la vigilancia especial de
estas herramientas de trabajo y proporcionaban calor a la vivienda. Muchas
veces, en el frío invierno, se reunía la familia en este lugar, para pelar la legumbre,
para coser…
La
cuadra la formaban los machos, los burros, las vacas (quien las tenía) y las
cabras, que una o dos no faltaban, pues eran las que surtían de leche y queso.
En los
corrales, las gallinas y los conejos. En el cortijo se guardaban los cerdos
(todas las familias tenían, al menos uno, para la matanza de finales de año).
El
material de estas construcciones era el adobe (solo la iglesia está construida
en piedra, algunas casas destacadas se recubrían, pero su base era el adobe).
En Santa Inés este material destaca por el color blanco del barro y la maestría
de sus gentes en su colocación.
LA
FABRICACIÓN DE ADOBES
Los
adobes los hacían los labradores. Entrando al pueblo, a la mano derecha hay un
término llamado “las adoberas”. Era costumbre hacerlos en septiembre, una vez
que habían terminado las labores en las eras.
Mencal de muro (izq.) y mencal tabiquero (drcha.) |
Se fabricaban adobes de dos tamaños, los grandes
que se empleaban para hacer los muros exteriores, y los pequeños o tabiqueros,
para las paredes interiores.
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