La "yuebra" o pareja de machos |
Los
animales domésticos compartían la vivienda familiar, si bien tenían sus propias
dependencias: la cuadra, los corrales y el cortijo.
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LA
CUADRA: en esta dependencia se encontraban los machos, los burros, las vacas
(el que las tenía) y las cabras. Los machos eran los que hacían el trabajo de
campo, cuando salían a trabajar con su apero correspondiente, bien el arado o
bien el carro, se llevaba un elemento indispensable: “la tralla”, que era una
correa trenzada atada a un palo de madera, en realidad era para animarlos si se
paraban, pues estos animales tenían unas voces propias para dirigirlos y a las
que normalmente atendían diligentemente: como “güesque” (para girar a la
izquierda) o “güellao” (girar a la derecha). Las labores del campo también se
podían hacer con las vacas, en este caso era fundamental llevar la “injada”,
pues las vacas son animales muy lentos y había que animarlos. La injada es una
vara larga que en uno de sus extremos lleva un punzón con el cuál se pinchaba
al animal para animarle. A la pareja de machos y vacas se les llamaba “la
yuebra”. En las cuadras también se guardaban una o dos cabras, una o dos no
faltaban para el sustento de leche y queso.
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LOS
CORRALES: dicen que el mejor caldo es el de gallina, en el pueblo lo sabían
bien, y no solo el caldo, también los huevos y la carne, por ellos se ponía
especial cuidado en su cría: cuando una gallina se ponía “yuecla” (clueca,
esponjosa…), se cogía un cesto grande llamado “escriño” o “coloño”, se llenaba
de paja y encima se ponían bastantes huevos y cubriéndolos, la gallina. Para
facilitarle la incubación se procuraba que estuviera en un sitio oscuro y se la
echaba de comer en unas latitas, trigo y agua. A los 21 días los pollitos empezaban
a romper la cáscara y salían, entonces se cogía a la gallina con los pollitos y
se les colocaba en un cajón en un rincón, así permanecían con la madre. Ahora
se les echaban migas de pan para que comieran los pollitos. Daba gusto verlos,
cuando tenían frío se metían debajo de la gallina y esta se agachaba y los
cobijaba. En invierno, los primeros días, se ponía el cajón en la cocina,
cuando eran un poco más grandes se les trasladaba al corral, se llamaba “la
pollada”, al principio siempre estaban con la gallina. Según crecían, se les
distinguía por la cresta, si la tenían eran pollitos, y cuando se hacían
grandes se dejaba alguno para las gallinas y el resto a la cazuela. Si las
gallinas dejaban de poner teníamos que comprar. De vez en cuando, venían por la
plaza vendiendo pollitos, se compraban y se tenían en un cajón en la cocina y
más tarde, con una luz para que no les faltara el calor, luego pasaban al
corral y seguíamos el mismo sistema. No podemos olvidarnos de otro habitante
del corral, que nos proporcionaba una carne muy sabrosa: el conejo. Es un
animal que no da mucho trabajo y se alimenta con bajo coste, por lo que nunca
faltaba en las casas.
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EL
CORTIJO: prácticamente todas las familias tenían un cerdo en casa, se guardaba
en un trozo para él, llamado “cortijo”. Su alimentación no era difícil:
cocíamos un caldero en la cocina de orear, que siempre estaba colgado del
“ayar” (yar). En él se ponían patatas, berza y lo que había, todo con un poco
de harina y boñigas de los machos. Con poco coste se criaba el cochino y a
finales de año se mataba. Como vulgarmente se dice, del cerdo se aprovecha
todo, y a nosotros nos proporcionaba carne para todo el año.